¿Existe un destino? Es fácil pensar que sí. Todo es tan complicado que, a veces, es difícil creer que sólo sea fruto de la casualidad. ¿Cuántos amigos no hubieras conocido de no ser por un simple detalle?, ¿Cuántas cosas te habrías perdido sólo por no haber salido una noche? O más aún, mi abuela, por ejemplo, estuvo a punto de morir, de pequeña, a causa de una insolación… ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera salvado?, ¿Cuántos casos parecidos a este deben existir en nuestro pasado? No es simplemente que fuéramos el único espermatozoide, entre miles, que consiguió llegar al óvulo; sino que des de que existe la humanidad, bastaría con que uno de tus millones de antepasados no hubiera tenido hijos para que te volatilizaras en un instante. Por no hablar ya de la simple formación de la tierra. ¿Por qué entre las muchas posibilidades, tubo que salir precisamente ésta? ¿Por qué tubo que haber un Big Bang?
Estuvimos tan a punto de no existir que hasta parece mentira que estemos aquí.
Y sin embargo… ¿Cuál es la gracia de que exista un destino? Si tu historia está preestablecida, ¿Por qué esforzarse? Si hagas lo que hagas, todo acabará igual. Creo que pensar que existe un destino es creerte alguien demasiado importante. Alguien lo suficiente especial como para que otro se molestara en pensar lo que va a sucederte (y… ¿Qué otro? ¿un Dios?).
Aunque, no negaré que es dulce creer en él. Puedes pensar que eso malo que te ha pasado tiene una razón, que el mundo es más justo y que un niño no muere porque si. Que tu media naranja está en algún lugar, esperándote y que tendrás tu “felices para siempre” (y que si no lo tienes, es por una razón de peso).
¿Somos lo que elegimos o lo que otro quiso que fuéramos? Mi opción es clara, aunque quizás sea simplemente por orgullo. Prefiero pensar que soy libre para decidir antes de creer que mi vida carece de misterio. Me gusta la casualidad, el azar, el riego, no ir sobre seguro. Así que, a falta de pruebas, me quedo con la teoría que más me conviene.
Estuvimos tan a punto de no existir que hasta parece mentira que estemos aquí.
Y sin embargo… ¿Cuál es la gracia de que exista un destino? Si tu historia está preestablecida, ¿Por qué esforzarse? Si hagas lo que hagas, todo acabará igual. Creo que pensar que existe un destino es creerte alguien demasiado importante. Alguien lo suficiente especial como para que otro se molestara en pensar lo que va a sucederte (y… ¿Qué otro? ¿un Dios?).
Aunque, no negaré que es dulce creer en él. Puedes pensar que eso malo que te ha pasado tiene una razón, que el mundo es más justo y que un niño no muere porque si. Que tu media naranja está en algún lugar, esperándote y que tendrás tu “felices para siempre” (y que si no lo tienes, es por una razón de peso).
¿Somos lo que elegimos o lo que otro quiso que fuéramos? Mi opción es clara, aunque quizás sea simplemente por orgullo. Prefiero pensar que soy libre para decidir antes de creer que mi vida carece de misterio. Me gusta la casualidad, el azar, el riego, no ir sobre seguro. Así que, a falta de pruebas, me quedo con la teoría que más me conviene.